El material fue registrado en el legendario Royal Albert Hall.
The Blaze hace música que te provoca ganas de construir una cabaña en las montañas. Un lugar al que todos tus amigos puedan escapar. Un lugar para poner discos y tomar un negroni. La construcción lenta de una canción de Blaze; las líneas de sintetizador graves que se elevan como humo sobre el asfalto; las voces pesadas, impulsadas por ritmos cuatro por cuatro. Todo y cualquier cosa puede formar parte de su repertorio, impulsado por un enfoque improvisado y fundamentalmente humanista.
Formado por los primos Guillaume y Jonathan Alric, The Blaze son artistas, cazatalentos, directores creativos, productores, cineastas y narradores, que fusionan constantemente lo sonoro con lo visual. Con su nuevo álbum en vivo, FOLK, la lente se vuelve hacia el exterior. El proyecto de 18 temas traza un arco narrativo de sus grandes éxitos, interpretados en el emblemático Royal Albert Hall. Poniendo el patetismo y la humanidad en primer plano, ya no se trata solo del artista. También se trata del público.
Blaze es una palabra del argot francés que significa “nombre” y, en sus propias palabras, representa “algo cálido, algo que puede destruir los estereotipos.” A mediados y finales de la década de 2010, los primos se convirtieron en una de las parejas más comentadas, famosas por su maravilloso archivo de videos y música que ha hecho llorar (más de una vez) a muchos. Su proceso creativo es como un juego de ping-pong, en el que rebotan ideas de un lado a otro hasta que un golpe certero les da la sensación de “ganar.” Las inclinaciones claramente mundanas y la ligereza general de The Blaze se alejaban mucho de la escena electrónica seria que se vivía en Europa en aquella época. A pesar de su alcance global, sigue funcionando como un colectivo DIY, escribiendo, editando y grabando sus propios videos, y fomentando una resonancia emocional que traspasa cualquier pantalla.
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